El árbol de Sangre
No son tantos los cineastas contemporáneos con la imaginacion y la osadía de Julio Medem. Si hay algo que debe reconocérsele a este director vasco es la firme obstinación para responder a sus convicciones e instintos. El árbol de la sangre, recién estrenada en Netflix y con Joaquín Furriel en el elenco, es probablemente su película más barroca y desmesurada, lo que en su caso no es decir poco. También es un film muy personal, cargado de pasión y de ideas, una especie de summa cinematográfica en la que aparecen todas sus obsesiones y marcas de estilo: relaciones cruzadas entre los personajes, paradojas, fugas espaciotemporales, la presencia de la naturaleza como una fuerza viva y determinante, la ebullición de una sexualidad exuberante y la realidad construida a partir de una narrativa que combina fantasía y poesía visual.
El disparador de la intrincada historia de la película es la reunión de una pareja de amantes, Rebeca (Úrsula Corberó) y Marc (Álvaro Cervantes), que se proponen escribir juntos una novela que reconstruya sus propias historias familiares y explique de ese modo la motivación por la cual están juntos.
Ver en Netflix.